Las abuelas de hoy te piden que les regales un iPod para escuchar música cuando salen a dar paseos por la calle o para ir al gimnasio. Heredan tus Kindles y se enamoran del hecho de poder llevar todos sus libros de lectura en un aparato que pesa más bien poco. Usan smartphones y ponen una foto de sus nietos de fondo de pantalla. Son las reinas del WhatsApp. Te llaman usando Facetime aunque estés en la otra punta del globo. Suben fotos de sus pastelitos a su perfil y te hacen salivar aunque estés a 600KM, o de sus manualidades y te hacen flipar y pensar que naciste con muñones en vez de manos. Te dan likes en Facebook, te leen en Twitter y te llaman para qué les cuentes dónde estuviste el otro día, que subiste unas fotos preciosas en Instagram.
Pero se empeñan en decirnos que las «nuevas tecnologías» (que de nuevas ya no tienen nada) y las redes sociales nos aislan y nos hacen asociales.