
Los sentimientos son algo subjetivo. No los vemos, ni los tocamos, pero sí los sentimos y los ven en nosotros. Pero hay gente que se los guarda, que no los sabe expresar y hace lo posible para que no se los noten. Otros tienen facilidad para mostrarlos. Les gusta que la gente de su alrededor sepa lo que piensa, o al menos que se hagan la idea con solo mirarlos.
A veces eso es bueno. Cuando no te apetece hablar y según que tipo de miradas eches, lo puedes decir todo sin haber abierto la boca. Y esa habilidad la tienen desarrollada muy pocos, pues no es fácil decirlo todo con la mirada. Siéntate y mira fijamente a una persona. Verás como su cara cambia según pase el rato. Mírala. Está pensando en cientos de cosas. ¿La estás mirando? Hazlo discretamente para que esa persona no se sienta observada. Ahí empieza el juego de miradas.
Es típico cuando a alguien le gusta una persona. La miras y observas cada movimiento que hace. Cuando te pilla mirándole, rápidamente cambias de dirección la mirada y haces como si nada hubiese pasado. No quieres que se de cuenta. ¿Se ha dado cuenta? Tan evidente no podías ser. La siguiente vez mira más de reojo. Entonces es cuando las miradas se vuelven a cruzar. Vale ya. Suficiente.
Pero ¿a que esas miradas son distintas cuando miras a alguien con quien tienes confianza? La puedes mirar todo el tiempo que quieras, no se va a molestar. El juego es distinto y hasta produce sensación de felicidad. No sabes porqué dirige los ojos hacia los tuyos, o igual sí, pero qué más dará la razón. Te estás mirando con esa persona y te da igual lo demás. Que te vean otros, que comenten, que hablen, que griten, pero ellos no tienen porqué influir en ese canal por el que se intercambian mensajes sordos, mudos. Eso ocurre si no estás a solas. Si lo estás, punto a favor para vosotros. Todo lo demás importa incluso menos porque ni está.
Y esas miradas son las que lo dicen todo. Las que valen. Las que se recuerdan. Las que son importantes. Las que disfrutas tú y las disfruta la otra persona.
Por lo tanto, con una mirada se puede decir mucho. Cosa que muchos saben hacer, cosa que otros no dominan tanto. Un movimiento de ojos determinado puede significar un sentimiento. Y saberlos mostrar es bueno. Juega un papel importante en una persona.
Sobran las palabras: las miradas sienten.