Tic, tac, tic, tac…

Se acaba mi verano, esos dos meses y medio de no hacer nada que se hacen esperar tanto durante el curso. Toca empezar. Mi último año de colegio. El año de ser los mayores del cole a los que todo el mundo mira con envidia porque son los que llevan ropa de calle, salen antes, terminan las clases cuando los demás están con exámenes de la 3ª evaluación, terminan el colegio antes que ninguno y tienen fiesta de graduación por todo lo alto. Este curso se podrá hacer llevadero si tenemos en cuenta la vida fuera de las mesas, pizarras, profesores, exámenes, notas y agobios. Amigos y gente especial que harán posible que esta etapa que pone punto y final a mi vida escolar sea más amena, alegre y animada.

Sí, suena maravilloso pero seguro que en realidad es el peor curso al que me enfrento en mi vida escolar y todas las «ventajas» que ponen, lo hacen en realidad para hacerte más llevadero que te están agobiando día tras día. El curso que se pasa volando y en donde vas cuesta abajo y sin frenos (que ojalá sea cuesta arriba pisando el acelerador). Y no quiero empezar. Me quedaría en 1º repitiendo todo lo que he hecho para subir nota. Que esa es otra ¡la media! esa que cuenta un 60% en selectividad y por la que reclamas hasta la última décima en cada examen para que te la suban como sea.

Selectividad, eres el terror de las nenas, tía. Para que luego no seas tan dura como pareces, pero en la que nos jugamos tanto… Eso de hacer cuatro exámenes obligatorios que aprobándolos puede que no lleguen para hacer la carrera que quieres (si es que ésta pide mucha nota) y tener que hacer más exámenes extra para llegar a la nota no es justo. Antes no sé como sería, pero seguro que no tenía nada que ver y que al estar en la edad de protestar por todo protestamos sin razón.

Pero bueno, eso es el mundo de las universidades públicas, en las privadas ese problema no existe. Con aprobar entras y por eso dicen que es la universidad de los tontos. Pero no voy a entrar a discutir porqué una es mejor que otra, esos debates ya me los como en muchas ocasiones. El caso es que saques la nota que saques, estudies donde estudies y trabajes en lo que trabajes, tienes que pasar por selectividad. A no ser tambien que te vayas por FP y te ahorres las agonías. Pero no, tampoco es mi caso. Soy masoquista y me apunto a eso de hacer selectividad, que dicen que hay ambiente y que al final de exámenes se juntan muchos y se van de fiesta para celebrar que se acabaron los exámenes.

Luego vienen casi tres meses de vacaciones. Lo que dicen que son las vacaciones de tu vida. Y espero que así sea porque voy a esforzarme este curso por tener un verano bien merecido y hacer todo lo que deseo hacer el verano que viene. Pero luego toca universidad y… De ese mundo ya os hablaré en un año.

Deseadme suerte, empieza mi cuenta atrás.

P.D: Cuando sepa la fecha exacta de selectividad pondré en marcha una cuenta atrás que me indique los meses, semanas, días, horas, minutos y segundos que me quedan para esos días. Sí, soy así de… no sé cual es la palabra que encaja mejor, porque previsora no es ¿desmotivadora? ¿agonías? Si encuentro la palabra perfecta, la añadiré a continuación.

De cambiar de aires

Hola, hacía mucho tiempo que no nos veíamos… ¿Qué tal? Espero que el viaje hasta aquí no haya sido muy pesado, que vengas con ganas de pasarlo bien y hacer algo distinto ¿Vienes?

Para empezar, el paisaje aquí es muy distinto, hay mar, el más frío que bordea la península y el que trae consigo que la temperatura sea más suave que por el centro. Las carreteras aquí tienen su encanto, sobre todo las que unen los distintos pueblos. Tienen muchas curvas y están rodeadas de árboles altísimos de hoja perenne. Del suelo crecen los helechos que forman la alfombra natural del paisaje. A veces se ven granjas y huertos con espantapájaros por el camino. Además, en estas fechas el verano es a ratos. Puedes tener un día con mucho calor y al día siguiente puede caer la del tigre, por eso espero que hayas traído chaquetas para las noches que suelen refrescar y para los días que están nublados y corre un poco de aire.


Mira, ven, acompáñame. Esto es el paseo marítimo, el más largo de toda Europa y si damos un paseo podemos ir a la Torre de Hércules y al acuario bordeando las playas más conocidas de la ciudad, ver el Millenium y las playas de de Riazor y Orzán. La arena es incómoda porque rasca mucho y duele un poco cuando andas, porque se te clava en los pies, pero no por ello estas playas están menos concurridas en los días de temperaturas altas. Vamos a darnos paseos por aquí, no es lo mismo contarlo que vivirlo, es realmente bonito, merece la pena. Además huele a mar y al olor típico de Galicia que te acompaña siempre desde que pones un pie en la ciudad hasta que te vas.

Pero sin duda una de las zonas que más me gusta es la del centro de la ciudad. Empezando por la calle Real con sus tiendas pequeñas y cafeterías. Te voy a hacer parar en una cafetería especial para que te tomes un frappé de Oreo, y llegando hasta Maria Pita, aprovecho y te enseño el meridiano que pasa por aquí. Para cenar podemos salir de tapas, hay una ruta típica. Empezamos por un cocodrilo, pasamos por un tequeño, un piroliño, vermouth de barril con unas alitas de pollo y porqué no, un vino de porrón con cacahuetes. Después de postre podemos ir a la heladería Colón, la más antigua de aquí o a la italiana que tampoco la descarto. Otro día te voy a llevar a la crepería en donde se come tan bien y de la que te he hablado muchas veces cuando pienso en enseñarte la ciudad.

Cuando demos paseos te llevaré a ver las iglesias que hay por el centro. Son románicas y muy bonitas tanto por fuera como por dentro. En una de ellas es en donde me bautizaron, en otra fui la niña de las flores y en otra una invitada más a una boda. Que no se me olvide llevarte al Monte de San Pedro, no puedes irte sin estar ahí arriba y asombrarte con las preciosas vistas de la ciudad desde arriba. Daremos un paseo por allí y nos perderemos en el laberinto. Tambien podemos ir al Parque Pasatiempo y pasear por los Jardines de Méndez Nuñez… ¡será por parques!

Espero que te guste, aunque a mí me cueste pasar aquí mis vacaciones porque preferiría estar con amigos en casa o en bares de por allí, aquí se cambia de aires. Es un lugar más tranquilo y bonito, eso es algo que no puedo negar. Por eso quiero que el tiempo que estemos juntos aquí sea para recordar.

Además, se me ha olvidado decirte que esta ciudad es bastante romántica, aunque igual eso lo pienso ahora que estoy en mi nube.

De despedidas

Y entonces nos dijimos «hasta mañana»

Pero para eso hicieron falta 40 minutos. Probablemente los 40 minutos más largos en los que no sabíamos en cual de esos minutos sería el último beso. En los que cada vez que nos separábamos queríamos volver a juntarnos y no separarnos aún porque era pronto. Porque no quería irme, ni él quería que me fuese, pero se estaba haciendo tarde y el reloj ya marcaba las dos de la mañana.

Durante todo el día que pasamos juntos disfrutamos cada minuto. Estuvimos casi doce horas que nos dejaron con ganas de más. En la cena intercambiamos miradas, algunas con palabras, otras en silencio, susurros que me pedían que no llorara y lo mucho que me quería. Mucho me pedía con eso de no echar lagrimita al final. Nunca he tenido facilidad para llorar pero en los últimos tres meses he estado más sensible y las lágrimas me han salido sin ninguna complicación. No porque haya sido infeliz, sino porque últimamente me he emocionado con más facilidad.

Llegamos a la puerta de mi casa, esa que pueden vigilar todos los vecinos privilegiados que tienen las ventanas que miran hacia ella. Ventanas abiertas para que entre algo de aire en una noche con calor y se cuelen en las habitaciones las conversaciones y despedidas de los que pasan un rato ahí hasta marcharse.

Entonces ahí estaba yo, en ese momento que llevaba queriendo evitar todo el día. Por el que había llorado por la mañana antes de irme a pasar el día fuera, el que me llevaba rondando la cabeza el mismo día, al que tuve que enfrentarme durante esos 40 minutos, el que después me hizo llorar en casa al día siguiente y el que me acompañó el viaje hasta el destino de mis vacaciones.

«Mañana en cuanto llegues, llámame, estaré en el ensayo pero da igual, quiero saber que has llegado»

«Lo haré»

Nos abrazamos muy fuerte y empecé a llorar. No quería hacerlo porque me pidió que no lo hiciera, pero cuando me miró ya tenía los ojos llenos de lágrimas, rojos y manchados de negro por la pintura. Me pidió que me tranquilizara y le pedí perdón por no ser capaz de aguantarme la llorada pero me dijo que me desahogara, aunque así lo hiciera más difícil para los dos. Me separé, pude respirar hondo y le besé como si fuera la última vez. No quería que ese beso acabara nunca, si me separaba tendría que subir a casa. Entonces se me volvieron a saltar las lágrimas sin querer y me apoyé en su hombro otra vez. Me acariciaba el pelo y la espalda diciendo que no pasaba nada, que en pocos días volveríamos a vernos.

«¿Vendrás?»

«Voy. Sin condicionales.»

Le volví a besar.

Cuando creía que ese había sido el último beso me armé de valor para separarme, abrir la puerta y entrar en la urbanización. Le dije que le quería y empecé a subir los escalones. La tentación me pudo, haciendo que me girara y vi que seguía parado en la puerta mirando cómo me iba, a lo que le grité «¡VETE!» mientras volvía hacia él corriendo para echarme a llorar otra vez. Cuando logró tranquilizarme de nuevo, sí que fue el momento de despedirnos de verdad.

«Por favor, cuando me separe dime que  te irás al coche y no estarás detrás de mi»

«Vale…»

Nos besamos agarrándonos de las manos que se soltaron minutos después. Me giré y me prometí no mirar hacia atrás mientras le oí decir un hasta mañana que sabía que no sería porque hasta dentro de unas semanas no volvería a verle, pero sí hablaría con él todos los días.

Hasta mañana. Y me volví a echar a llorar, mientras subía en el ascensor y abría la puerta de mi casa, esta vez sin él y me traté de tranquilizar sola mientras hacía sentir culpable a mi madre por irnos de vacaciones.

Dicen que es verano…

Y yo me lo creo. Es martes miércoles por la tarde y ya no sé en qué día vivo. Esta es la esperada sensación que añoraba tener. La de no saber qué día es hoy de la semana y mucho menos día del mes. Con unos cascos y música alta sonando estoy escribiendo este post.

He abierto Spotify y he dejado puesta una lista de reproducción de Muse. Este último mes entre unos y otros, me han enganchado bastante al grupo. Suenan bastante bien. Las introducciones están fenomenal, de algunas canciones es lo que más me gusta.

Estoy tranquila y sin nada que hacer. Hoy por fin es verano de verdad y no primavera maquillada de un calor al que ha costado llegar. Se presentan dos meses y medio de vaguear en casa, piscina, tomar el sol, cenas con amigos, algún que otro viaje, fiestecitas…

Claro que este verano no se podría presentar si no hubiese aprobado el curso de 4º. Han sido diez meses de trabajo, pero he de admitir que no tan duros como el año pasado. Me fui por letras y me quité biología, física y química y matemáticas difíciles. En su lugar he tenido unas matemáticas sencillas que me han servido para aclarar dudas de otros cursos, reforzar conceptos y aprender alguna que otra cosa nueva. He tenido latín, que me ha costado entenderlo al principio pero con un poco de estudio he conseguido sacar la asignatura. Finalmente como optativa he dado Iniciativa emprendedora, una asignatura nueva que ha sido como una versión light de economía que me ha servido apra meterme un poco en el mundo de la empresa, aprender bastante y ponerlo en práctica imaginando que formaba una empresa por mi cuenta. Una muy buena experiencia.

Sinceramente, creo que ha sido un curso fácil. Podría decir que para compensar con el anterior. Ahora me enfrento a bachillerato yéndome por sociales. Tengo ganas, pero estoy algo agobiada porque todo el mundo me ha dicho que el cambio de ESO a bachillerato es muy brusco y que hay que esforzarse por lo menos, el triple. Si eso es todo, tendré que poner más codos y ajo y agua. Que estas notas ya cuentan para selectividad y hay que currárselo bien bien. De momento, a disfrutar del verano, que luego se echará de menos.

P.D: En el blog, ya he puesto una foto parecida a esta, pero quería ilustrar el post con alguna imagen y no se me ocurría cual, así que he elegido esta misma, que creo que no desentona tanto.

Audio: Undisclosed desires