¡Se acabó!

Notas en mano y bajar a Madrid centro con tres buenas amigas a hacer una cola de cuatro horas para ir al concierto de Coca Cola Music Experience para ver entre otros a Maldita Nerea. Con el curso acabado, así comenzó mi verano y la verdad es que no me puedo quejar.

Buenas notas, pero como siempre en estas fechas pienso en que se podrían haber mejorado, lo que está hecho, hecho está y ahora toca disfrutar del verano que tanto tiempo llevaba deseando. Sinceramente el curso de 1º de bachillerato ha sido… más fácil de lo que me esperaba pero he tenido que currar bastante para acabar todo con buenas notas. Pero sí, podía haber trabajado el doble y sobre todo haberme planificado mejor. Este curso y el siguiente se basan en saber llevar las cosas al día sin que los profesores estén detrás de ti obligándote a estudiar. Eres más libre y por lo tanto sufres más consecuencias. Te tomas el curso a la ligera y cuando se acerca la semana de exámenes es cuando corres porque te pilla el toro. Y ha habido noches de acostarme tarde por estar estudiando un examen de historia o uno de filosofía. Los demás en una tarde se estudiaban de sobra. Pero sólo si llevabas días anteriores mirándote el tema, para qué engañarse.

Pero sin duda lo mejor del curso han sido los compañeros de clase. Sin los que este curso probablemente habría sido más monótono y aburrido. Que en clases me he echado más risas que nunca, he cogido más confianza en mi misma y con ellos y sobre todo he aprendido a abrirme más a los demás. Nombres con los que me quedo de este curso son: Guille, Felipe, Ainhoa, Alberto, Carolina y Alba. Sin olvidarme de otros tantos que hicieron que el viaje de fin de curso a Italia fuese inolvidable. Donde tuve una semana para ver los sitios más bonitos a los que siempre quise ir, aprender a administrarme el dinero que llevaba encima y no comprar por comprar, aprender a organizar el tiempo libre que teníamos en el barco después de las excursiones por las distintas ciudades, celebrar mi cumpleaños sin las personas que más quiero pero sí con compañeros que trataron que ese día estuviese feliz y contenta. Gracias. En ese viaje tambien me di cuenta de que se pueden estar dos o tres días sin internet y que no se rompe el mundo. Siempre quedan los sms, llamadas y una fracasada tarifa de datos que no funcionó correctamente que hacen que la factura arda al volver a casa.

Aunque este curso tampoco habría sido igual sin esa personita tan especial que me ha motivado cada día para que estudiara, quien se ha alegrado por mis buenas notas y quien se ha preocupado cuando no entendía algo y era capaz de explicarme economía por teléfono para hacérmelo más ameno porque no podía venir a casa a explicármelo en persona. Quien se ha pasado clases hablando conmigo a escondidas usando la wifi de la universidad mientras me moría de asco en historia. Quien a pesar de su dura vida de universitario además de hacer el último curso de conservatorio con millones de exámenes cada semana ha tenido siempre un hueco o incluso dos para verme y alegrarme cada semana. Y gracias a él cada lunes iba contenta a clase y me sentaba en mi mesa con una sonrisa que Ainhoa sabía que era porque había pasado un buen fin de semana. «Eres muy previsible y se te nota en la cara cuando estás bien y cuándo no, así que venga, cuéntame que habéis hecho este finde».

Este curso ha tenido grandes momentos y gracias a ellos creo que ha sido el mejor hasta ahora de mi vida de estudiante. Quién sabe lo que me espera en el siguiente, el último de colegio, en donde sí que se va a notar presión, poco tiempo, mucho trabajo, nervios, agobios y estrés.

Lengua, Filosofía, Historia, Inglés, Latín y Griego, nos vemos en septiembre para volver a empezar, que este año acabamos las clases en mayo para luego jugárnoslo todo en selectividad.

Hoy, hace un año…

Llevábamos hablando días por chat, conociéndonos y sacándonos información. O bien por nosotros mismos o preguntándole a amigos en común. Pero siempre es mejor descubrirlo juntos.

Teníamos ganas de vernos, otra vez como el pasado día 25 en la graduación. Hoy también iba a ser un día normal pero distinto. Habíamos quedado por la tarde, así que después de hacer el último examen que me importaba del curso, me tomé la tarde libre para quedar con el chico que conocí días atrás.

Llegué con una amiga al conservatorio a las seis y media. Ella se fue a la biblioteca en cuanto le vi y nos dejó solos. Y ahí estaba yo, con un chico al que conocí apenas 15 días antes que llevaba unos vaqueros rotos, camiseta roja, barba, mucha barba y una guitarra. Nos saludamos tímidamente con dos besos y entramos en el conservatorio en busca de una clase vacía que tuviera un piano. La encontramos y allí nos quedamos. Era un piano de cola negro muy bonito. Sacó su guitarra de la funda y empezó a tocar Pienso en aquella tarde ya que Lady Madrid no se la había mirado. Estaba tímida, me daba corte sentarme delante de él y empezar a cantar sola.

Me saltaba los primeros versos y entraba en el estribillo ya empezado. Entonces intenté desviarle del tema porque me estaba dando suficiente corte como para no querer seguir y le entretuve diciendo que la tocara en el piano. Minutos después le pedí que me enseñara a tocarla. Colocó mi mano en las teclas para que eso sonara como era debido. Repetí la secuencia de notas varias veces mientras pensaba en como acabaría la tarde. Creo que él pensaba lo mismo, estábamos callados, sentados en la banqueta del piano sin apenas mirarnos. Hasta que levanté la mirada de las teclas y me estaba mirando, como el día de la graduación pero más de cerca. Cada vez nos acercamos más y sin querer se juntaron nuestros labios en un tímido beso. No parecía importarnos y lo repetimos otra vez. Y así una vez más hasta que se abrió la puerta y entró un profesor preguntando si íbamos a estar mucho tiempo en la clase. Salimos inmediatamente de allí esperando que no nos hubiesen visto y buscamos otra clase vacía.

No tardamos mucho en encontrarla y nos metimos en ella. Otro piano de cola. Esta clase era más pequeña, soleada y amarilla. Aunque habíamos cambiado de escenario, se volvió a repetir la escena de antes. Teclas, miradas, timidez y un dulce beso. O más de uno.

En la clase había un espejo en la pared para que el profesor vea en el reflejo la colocación de manos sobre el piano, pero un rato después el reflejo que había en él era muy distinto. Una pareja se daba esos besos que probablemente ya habían imaginado días anteriores mientras simulaban en sueños escenas típicas en las que el chico le roba un beso a la chica y sube el volumen de la música.

Realmente ese día sabía lo que había pasado pero no me imaginaba que unos bonitos besos entre una melodía acabarían en una relación tan bonita como esta. Hoy, 365 días después se cumple un año desde aquella primera vez a solas con él. Y desde entonces comenzó una bonita historia. Porque desde ese día, la persona que me ha hecho más feliz y me ha demostrado tanto es él. Y no quiero que esto acabe porque pocas historias así me han contado, por no decir ninguna. Que en un año no ha habido ningún momento que me haya hecho arrepentirme de haber quedado con él un 14 de junio del 2010.

Me importas.

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Lady Madrid – Pereza

Pienso en aquella tarde – Pereza, David Summers y Dani Martin