Usa protector solar

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de SallyFoto

Me enseña mi padre el mensaje de este hit y la verdad es que a mis casi 22 años no podía haber elegido mejor momento para hacerlo.

 

Señores y señoras usen protector solar.

Si pudiera ofrecerles sólo un consejo para el futuro, sería éste: Usen protector solar.

Los científicos han comprobado sus beneficios a largo plazo mientras que los consejos que les voy a dar, no tienen ninguna base fiable y se basan únicamente en mi propia experiencia. He aquí mis consejos:

Disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud.

No me hagas caso. Nunca entenderás la fuerza y belleza de tu juventud hasta que no se haya marchitado.

Pero créeme, dentro de veinte años, cuando en fotos te veas a ti mismo comprenderás, de una forma que no puedes comprender ahora, cuántas posibilidades tenías ante ti y lo guapo que eras en realidad.

No estás tan gordo como imaginas.

No te preocupes por el futuro. O preocúpate sabiendo que preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación de álgebra masticando chicle.

Lo que sí es cierto es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida son aquellos que nunca pasaron por tu mente, de ésos que te sorprenden a las 4 de la tarde de un martes cualquiera.

Todos los días haz algo a lo que temas. Canta.

No juegues con los sentimientos de los demás. No toleres que la gente juegue con los tuyos.

Relájate. No pierdas el tiempo sintiendo celos. A veces se gana y a veces se pierde.

La competencia es larga y, al final, sólo compites contra ti mismo.

Recuerda los elogios que recibas. Olvida los insultos (pero si consigues hacerlo, dime cómo hacerlo).

Guarda tus cartas de amor. Tira las cartas del banco. Estírate. No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida.

Las personas más interesantes que he conocido no sabían qué hacer con su vida cuando tenían 22 años. Es más, algunas de las personas que conozco tampoco lo sabían a los 40.

Toma mucho calcio. Cuida tus rodillas sentirás la falta que te hacen cuando te fallen.

Quizá te cases, quizá no. Quizá tengas hijos, quizá no. Quizá te divorcies a los 40, quizá no.

Quizá bailes el vals en tu 75 aniversario de bodas. Hagas lo que hagas no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Optarás por una cosa u otra, como todos los demás.

Disfruta de tu cuerpo. Aprovéchalo de todas las formas que puedas.

No tengas miedo ni te preocupes por lo que piensen los demás porque es el mejor instrumento que jamás tendrás.

Baila, aunque tengas que hacerlo en el salón de tu casa.

Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza pues para lo único que sirven es para hacerte sentir feo.

Aprende a entender a tus padres. Será tarde cuando ellos ya no estén.

Llévate bien con tus hermanos. Son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán los que te acompañen en el futuro.

Entiende que los amigos vienen y se van pero hay un puñado de ellos que debes conservar con mucho cariño.

Esfuérzate por no desvincularte de algunos lugares y costumbres porque, cuando pase el tiempo, más los necesitarás.

Vive en Nueva York alguna vez pero múdate antes de que te endurezcas.

Vive en Los Ángeles alguna vez pero múdate antes de que te ablandes.

Viaja. Acepta algunas verdades ineludibles: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y tú también envejecerás.

Y, cuando seas viejo, añorarás los tiempos en que eras joven: los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los niños respetaban a los mayores.

Respeta a los mayores. No esperes que nadie te mantenga pues tal vez recibas una herencia o, tal vez te cases con alguien rico pero, nunca sabrás cuánto durará.

No te hagas demasiadas cosas en el pelo porque cuando tengas 40 años parecerá el de alguien de 85.

Sé cauto con los consejos que recibes y ten paciencia con quienes te los dan. Los consejos son una forma de nostalgia.

Dar consejos es una forma de sacar el pasado del cubo de la basura, limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo dándole más valor del que tiene.

Pero hazme caso en lo del protector solar.

 

Adolescencia

Hoy me caes bien.

Mañana eres mi mejor amigo.

Pasado nos cabreamos.

Al otro no te quiero ver ni en pintura.

Es un ejemplo exagerado, pero es mas o menos como son las relaciones cuando estás en estas edades. En muy poco tiempo estableces muchas relaciones con distintas personas, no paras de conocer gente y éstos no paran de conocerte a ti. Puedes conocer a alguien que en el momento te cae bien, que al día siguiente te caiga mejor, que haya un cabreo tonto, que después te caiga mal y no quieras volver a saber de ella.

Con la misma facilidad con la que conoces a alguien con la que acabas cabreado, tambien puede haber una buena relación. De no llegar a conocer a una persona de nada, que haya un juego de miradas, echarle valor, ir a hablar con ella, seguir hablando por chat un par de semanas, darte cuenta de que os lleváis fenomenal, que te empiece a gustar, quedar, plantarle un beso, estar feliz con ella, volver a quedar, que haya otro beso, irte a casa y echarla de menos, que ahora tengas una relación con esa persona y que te vaya bien. En dos meses y medio puedes pasar de no conocer a una persona a haberte abierto a ella, tener confianza y querer estar con ella todos los días. Con esa persona que a principios de año no tenías ni idea de que existía.

Así son las relaciones cuando eres adolescente. De pequeño son más superficiales, tienes amigos con los que juegas en el colegio, a quienes ves en el parque cuando te lleva mamá y a quien les dices que al día siguiente «te invito a merendar galletas de chocolate a mi casa y luego vemos una peli».

Cuando eres adulto tienes las relaciones fijadas, tus amigos de siempre y los que igual no son de siempre pero como si lo fueran. Estás a gusto con tu gente y no tienes la necesidad de conocer a más. Si aún así sigues conociendo, genial, abres tu círculo de amistades, pero siempre tienes claro quienes son personas importantes y quienes no. Que si te cabreas da igual porque sabes que esa persona no merecía la pena, no vas a andar detrás de ella perdiendo el tiempo, eres mayorcito y ya tienes una edad.

A la adolescencia le puedes decir que es una fresca porque es demasiado abierta y está todo el rato conociendo a gente. Le da igual todo. Mañana conoces a una persona y al día siguiente no te acuerdas. Todo da igual y eres un ignorante. Aún así, te lo pasas bien, disfrutas de ella y cuando pasan los años la añoras pensando «aquellos años locos». Porque igual son pocos los que dura esta etapa, que se pasa volando, aunque al vivirla te apetece crecer y tener más edad para ser aún más libre y no depender de nadie. Quieres crecer, deprisa, vivirlo todo, comportarte como un adulto aunque no lo seas, equivocarte, aprender de tus errores, caerte, levantarte y seguir adelante.

Entonces es cuando te dice un mayor, que ha pasado por lo mismo que tú, hará más o menos años, pero que sabe de lo que habla «Todo a su tiempo, no tengas ninguna prisa»