Universitaria: semana 1

Ahora sí que sí estoy sumergida en lo que es la vida universitaria.

El lunes pasado empezó con una clase de Estructura del sector publicitario en el que nos lanzaron palabras relacionadas con el mundo de la publicidad y teníamos que definirlas con los conocimientos que tuviésemos ya de antes sin habernos explicado nada en clase. Junto a la definición, un dibujo. Las palabras fueron: comunicación publicitaria, márketing, elementos de la comunicación, identidad corporativa, , publicidad racional vs publicidad sensorial, publicidad emocional vs publicidad espiritual, marca, logo, slogan, creatividad, consumidor, público objetivo, receptor, claves de la comunicación publicitaria en los años 80-90 y claves de la comunicación publicitaria actual.

Uno ve esas palabras y piensa, «bien, esto lo he mencionado alguna vez, pero claro, ahora ponte tú a definir con tus palabras lo que es la creatividad y haz un dibujo de lo que es márketing». Esa fue la primera tarea. Más tarde formamos grupos de cinco personas para decidir entre todos los dibujos y definiciones que se acercaban más a lo real. Hicimos un boceto de todos y lo entregamos, durante la semana esos bocetos se convirtieron en una presentación para presentar ese viernes.

Al terminar la clase tocaba Habilidades comunicativas, en donde nos fuimos al auditorio a escuchar a alumnos y deportistas, junto a Gaspar Rosety, hablar en las I Jornadas del periodismo deportivo. Fue una charla muy interesante en la que nos contaron que los que estudian periodismo tienen que ser periodistas desde que se despiertan hasta que se van a dormir. Lo que contaron era más enfocado a los alumnos de periodismo, pero a los que hacemos publicidad se nos quedó algo. Aunque fuesen las anécdotas que nos contaron sobre los jugadores de la selección española de fútbol. El miércoles volvimos a tener la misma clase en la que discutimos sobre si hablamos castellano o español. El tema nos hizo un lío a todos porque son términos que muchos de nosotros solemos confundir. Entre ellos me incluyo.

Los días martes y jueves tuvimos Publicidad en entornos digitales donde nos mandaron una práctica que consiste en hacer un blog en grupos de tres personas. En mi grupo escribiremos de cenas con encanto, donde buscaremos restaurantes que no sean franquicias, de esos que ves por la calle y piensas «qué bonito, voy a entrar, tiene buena pinta». Lo que queremos conseguir es que se hagan un poco más conocidos y poder degustar alguna de sus tapas/raciones/platos para escribir una crítica sobre ellos. Además del trabajo en grupo, tenemos un proyecto para el final de la asignatura que consiste en hacer un business plan que tenga que ver con algo que nos guste y cómo lo daríamos a conocer a través de las redes sociales.

Seguiremos informando

Las batallas del abuelo

(Imagen: Parroquia de San Miguel, Las Rozas, tras la batalla de La Niebla, entre diciembre de 1936 y enero de 1937)

Es ley de vida. Naces, creces, te reproduces y mueres. Más tarde o más temprano pero es así. Probablemente, pocos hayáis tenido la suerte de conocer a una persona de noventa años y pico con quien poder hablar. Probablemente de ese pequeño porcentaje, no todos os habrán contado batallitas de la época. Pero hay muchos grados de batallitas y de lo que quiero hablar hoy es de las que fueron más que eso.

Las batallitas a las que me quiero referir son a la Guerra Civil Española, que comprendió los años 1936 a 1939. Bien, todos sabemos lo que pasó, cómo pasó, porqué y cómo acabó. Pero estoy al 100% segura de que uno o ninguno ha tenido la experiencia de hablar con una persona que os pueda contar cómo lo vivió él. Desde dentro de la mismísima trinchera. Matando a todo aquel que apareciese por delante y que iba contra él. Seguro que uno o ninguno ha escuchado a una persona de más de noventa años, contar con todos los detalles que puede recordar, cómo se sentía mientras volaban balas a su alrededor. Cómo por ser una guerra civil, tenía que terminar con la vida de personas que podían ser sus amigos porque les había tocado estar en el otro bando. Escuchar cómo se alegra de haber salido de semejante hecho histórico con vida diciendo «yo pude sobrevivir y salir vivo de ahí».

Es triste, tarde o temprano llegará el momento en el que esta persona se vaya, y con él, se irán todos esos recuerdos que nadie mejor que él podría describir. Es un placer poder tener la oportunidad de escuchar de primera mano, hechos tan importantes que marcaron todo un período de la historia. Nadie como un bisabuelo que aún a sus 95 años es capaz de recordar a duras penas, ese trágico capítulo de la historia española que duró tres largos años. Salir de su pueblo a sus 17 y no volver hasta tres años después. Es extraño coger los apuntes de historia, estudiarlos y pensar que ese señor que ha vivido contigo en verano, que te traía colines cuando iba a comprar el pan, estuvo metido en un hecho histórico que te ha tocado estudiar. De la misma manera que iba a comprar el pan, una actividad tan normal como esa, tuvo que convertir en algo frecuente el hecho de apretar un gatillo y ver caer a una persona en frente suyo. Pensar en que tú lo estudias, pero él ha escuchado las balas silbando detrás de sus oídos.

Dan ganas de quedarte con él horas y horas exprimiendo entre sus recuerdos, tratando que te cuente aún más mientras sus ojos se vuelven llorosos. Ver cómo intenta hacer todos los esfuerzos posibles para intentar contarte más para que entiendas tú también lo duro que es estar ahí. Que te diga que por el monte que tienes más cerca de casa, hace muchos años tuvo que bajar corriendo porque le perseguían, girarse, matar a los que corrían tras él y seguir cuesta abajo como si nada hubiese pasado.

Oportunidades de este tipo no se tiene todos los días y es muy triste que personas así no puedan vivir siempre, que puedan quedar sus historias de primera mano, para poder seguir haciéndoselo llegar a los siguientes generación tras generación. Me encantaría pensar que mis hijos podrían hablar con mi bisabuelo, porque nadie como él puede explicar mejor un hecho como este desde la experiencia. Ni siquiera escribiendo esto puedo expresarlo mejor que él mientras me emociona. Es hablar de tres generaciones atrás. Y en cuanto él se marche, quedará en la historia que nunca podré volver a escuchar.

Universitaria

¡POR FIN!

Siendo sincera, todavía no me hago la idea de estar en la universidad. Los primeros tres días han sido de presentación del profesor, su asignatura y de nosotros mismos. Las asignaturas tienen muy buena pinta, espero que sean tan prácticas como prometen, aunque eso suponga estar hasta arriba de trabajos cada semana. Siempre he creído más en lo práctico que en lo teórico.

En las clases somos como muchísimo veintitantos, donde por asignatura, varían cinco o seis personas, al haber muchos con dobles titulaciones junto con Publicidad. Esto me hace sentir vaga, porque todos en las presentaciones dicen: «Yo estudio publicidad y dseño gráfico» o «a mí me gusta la publicidad pero, para complementarla hago comunicación audiovisual». Bueno, pues yo soy la que se especializa en publicidad de principio a fin. Estoy contenta, tengo ganas de empezar ya a aprender cosas nuevas.

Por otro lado, el ambiente en la clase es muy agradable, espero que dure y que como dijo un profesor: «seamos como una familia». Suena hippy pero, si lo dice, por algo será. Poder trabajar con cualquiera de tus compañeros y que haya buena relación es perfecto. Facilita las cosas tanto al profesor como a nosotros.

También estoy muy contenta con el campus. Hay cinco edificios distintos y, como en mi caso no conozco aún muy bien dónde está cada cosa, quiero ir a todas partes para ver qué hay. Cuando llueve, el puentecito de madera que sale en todos los anuncios resbala. Lo sé porque ya he estrenado el suelo cayéndome de morros contra él. Mi cuaderno se empapó y casi sirve de comida para peces. Cosas que pasan, soy patosa.

Hoy hemos tenido las dos primeras clases. Estructura del sector publicitario me encanta, ya hay trabajo para el viernes, así que… ¡a por ello!