Se ha perdido la ilusión de escribir y recibir cartas en papel. Ayer recibí mi primera carta escrita de puño y letra. La emoción es inmensa.
Sé que la mayoría de los que leáis esto conoceréis esa sensación de sobra. Os habréis mandado mil cartas que posiblemente guardaréis, cuando no había ni emails ni todas las RRSS en las que podemos dedicarle palabras y fotos bonitas a quien nos importa. También habéis vivido el no tener móvil y depender de una cabina de teléfono. Visteis como ese móvil y sus SMS fueron la revolución. Luego ya aparecieron las redes sociales… Medios que hacen que las relaciones a distancia de antes nada tengan que ver con las de ahora. A los que pudisteis con ella, con la temida palabra «distancia», tenéis mi más profunda admiración.
No sé vosotros, pero quiero vivir esas sensaciones que muchos habéis disfrutado. Que broten sin querer sonrisas al ver una carta a vuestro nombre, que se te escape una lágrima al leerla, sentir a la otra persona más cerca, la sorpresa de saber si hoy habrá un sobre con sello de colores, la pena de ir al buzón y que aún no haya llegado, la intriga de no saber cuándo responderá, ni cuándo llegará, los nervios al abrir el sobre, no tener la inmediatez en la respuesta, el cosquilleo en la tripa que te invade todo el cuerpo mientras vas leyendo, poder pasar el dedo por las letras y sentir el roce de la tinta…
«Me hace ilusión ser el primero (y quizás el último) que te mande una carta en papel».