Primera persona del plural

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¿Cuándo empieza a tener sentido la palabra «nosotros»?

¿Cuándo consideramos que algo empieza a ser nuestro?

Ni siquiera nuestra casa la sentimos nuestra hasta que no hemos formado una serie de recuerdos y momentos en ella. Nada más mudarnos sentimos que no pertenecemos a ninguna parte. Tu nueva casa aún no es tuya, por mucho que te hayas hipotecado, pagado una fianza o simplemente hayas decidido vivir una etapa de tu vida en ella. Tu vieja casa a la que no vas a volver sigue siendo más tuya aunque hayas puesto un pie y toda tu vida empaquetada en cajas y bolsas fuera de ella. Tu verdadera casa no está en ninguna parte.

O sí. Igual tu mejor refugio no es un sitio y es una persona a la que consideras «casa» cuando necesitas estar con ella para sentirte mejor. Hasta que pasado un tiempo más que casa empieza a ser hogar. Y eso comienza cuando has estado viviendo en ella o con ella días, y entonces es cuando empiezas a llenarla de momentos que recordarás. Muchos que siempre querrás guardar. Y entonces tendrás ganas de vivir más. En ella. Con ella.

Creo que es así como se nos empiezan a escapar los primeros «nuestros», los primeros verbos que conjugamos comenzando en «nos»(nos apetece, nos gusta, nos vamos…) y los que acabamos en «-mos» (disfruta-mos, quere-mos, ire-mos…). Las diferentes variedades del nuestro empiezan a ser más frecuentes en nuestras bocas y son éstas las que nos acompañan mientras vamos creando vivencias que nos seguirán días, meses y más…

Esa persona nunca será propiedad nuestra como tal, pero sí todo lo que vivamos con ella. Lo esencial es que lo que compartas sea siempre lo mejor para ambos, que sea lo que te de ganas de seguir viviendo más. Llenar ese «nuestro» de lo mejor que nos pode-mos dar. Porque en la palabra nuestro caben dos y solo tú decides con quien merece la pena compartirlo.

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