Una graduación y algo más…

Iba a ser un día normal pero a la vez especial. Fui a clase y por la tarde me arreglé, en una hora vendrían mis vecinas a casa para irnos juntas al auditorio, a ver la graduación de mi mejor amiga. Ella iba a leer el discurso que había estado preparando días antes entre agobios, deprisa y corriendo. Me puse un vestido negro sencillo para pasar desapercibida pero ir a la vez arreglada para la ocasión.

Una vez lista, vinieron ellas a casa y nos llevaron hasta el auditorio en coche, llegamos allí cuando acababa de empezar y nos sentamos en la parte de atrás del todo. Mandé un sms que nunca fue contestado y me puse a escuchar atenta al discurso de graduación. Cuando terminó, empezaron a subir todos según les iban nombrando para recoger la orla y colocarse la beca. Me acerqué a las gradas donde estaban sentados los alumnos para ver a mi mejor amiga desde más cerca para poder pillarla en el momento justo haciéndole la foto por fin graduada.

Una vez terminó de subir su clase fui a buscarla para darle un beso mientras se emocionaba porque estaba allí en un día tan especial para ella. La abracé y se me hizo un nudo en la garganta, ella soltó lagrimita. Después de esos segundos juntas se fue con sus padres y me volví con mis amigas a nuestro sitio hasta que acabó el acto. Subimos a la parte de arriba a ver a dos amigos que estaban entre el público mientras terminaban, una chica cantaba My heart will go on que entre nervios le salieron más gallos de la cuenta y después sonó el Gaudeamus.

Una vez fuera, esperamos a que saliesen todos y nos fuimos andando hasta el instituto hablando las cuatro juntas. Las tres amigas y la recién graduada. Llegamos al instituto repleto de gente elegantísima y fuimos al salón de actos en donde había una merienda enorme preparada. Nos pusimos ciegos a comer patatas, gusanitos, galletas, bizcochos, tartas y abrimos una fanta de naranja que tiré por la mesa, cocacola, fanta de limón, buscamos vasos de plástico que íbamos perdiendo por el camino… Era un caos.

Después de la hora de engullir sin parar salimos a la zona del recreo. A mis amigas les presentaron a un amigo que tenían en común la graduada y su novio. Él tambien se había graduado y estaba cerca de nuestro grupo hablando con sus amigos. Levanté la cabeza para mirar alrededor y me topé con la mirada de ese recién conocido por mis amigas. Seguí hablando con ellas. Volví a mirar alrededor y él me seguía mirando. No le di importancia. Seguí a lo mio. Hasta que volví a mirar y el chico seguía mirándome. Entonces me armé de valor y me acerqué a él. Ya que echa tantas miraditas, que ahora no se corte si le hablo.

-Perdona ¿nos conocemos?-

-No.-

-¿Seguro? Tú a mi me suenas mucho ¿no te conozco de nada?-

-Que yo sepa no, no sé, soy el pianista del grupo en el que canta mi amigo-

-¡Ah! Osea que eres el pianista, del grupo, del novio, de mi mejor amiga. Encantada de conocerte, yo soy Claudia-

(Levanta una ceja)

-Eh ¿porqué me levantas una ceja? Yo también sé, mira-

(Se rie y levanta la otra con una sonrisa de medio lado)

-Vaya, me has pillado, sólo sé levantar una-

Nos reimos y estuvimos hablando, tratando de conocernos un poco más. Realmente no le conocía de nada, pero esas miradas me resultaban divertidas y qué más me daba ir a hablar con él si no iba a perder nada. Si le conocía y no nos hacíamos mucho caso, seguramente no le volvería a ver muchas veces salvo en algún concierto acompañando a mi mejor amiga y si por el contrario nos caíamos bien pues mira, una persona más a la que conozco por casualidad. Al final resulta que el chico me cayó especialmente bien.

Al día siguiente de la noche de fiesta para los graduados, el día de pasar una última noche con todos tus compañeros de bachillerato, beberte más copas de la cuenta y celebrar el fantástico verano que te espera por delante, ir al instituto a las 8 de la mañana a saludar a los profesores y llegar a casa con churros en una mano y el periódico en la otra, me llamó a casa mi mejor amiga.

«Al chico con el que hablaste ayer le has gustado. Mucho» Al cabo de dos días me encontré una petición de amistad suya en Tuenti: «Hola chica que solo sabe levantar una ceja». Aceptar. Abrir nuevo chat. Click sobre su nombre. Una conversación. Otra. Otra más…

Así hasta que fuimos cogiendo confianzas, lanzando indirectas, hablando de canciones que se pueden tocar con la guitarra para que yo se las cante mientras, «Pienso en aquella tarde», estudios eternos para selectividad, horas en el conservatorio y veces de despedirnos con un «buenas noches chica que me vigila desde aire acondicionado y que por eso dijo que me conocía de algo» y «buenas noches chico que levanta las dos cejas»

21 días despúes…

Continuará.

(cejas, cejas)

Deja un comentario